En el corazón de la llanura, biólogos y defensores proveen de alimento a las comunidades indígenas a cambio de crías de caimán, con la esperanza de salvar la especie catalogada en peligro crítico debido a la escasa existencia de adultos en vida silvestre: menos de cien animales.
Caracas. Biólogos y defensores de la vida silvestre unen esfuerzos para la supervivencia de un coloso ancestral: el caimán del orinoco (Crocodylus intermedius). Este reptil, uno de los más grandes de América y vital guardián de los ecosistemas fluviales, sigue en estado de peligro crítico. Y su situación no parece mejorar.
En el corazón de los llanos los conservacionistas remontan el río Orinoco con cargamentos de comida para hacer un trueque. Ofrecen alimento a las comunidades locales a cambio de crías de caimán con la esperanza de salvar la especie, casi al borde de la extinción por la caza descontrolada. Los locales empujados por el hambre se alimentan de su carne y huevos.
Conservacionistas hacen trueques con comida para frenar la caza del Caimán del Orinoco
Los conservacionistas recogen a las crías de caimán y las crían durante un año en cautiverio. Foto cortesía FUDECI.
Aunque desde 1990 los programas de conservación con financiamiento externo lograron liberar más de 11.000 ejemplares, actualmente menos de 100 hembras en edad reproductiva viven en las riberas del río Orinoco y sus afluentes.
A pesar de los avances en la cría y liberación, el principal obstáculo para la recuperación de la especie es la persistencia de la caza.
Expertos consultados por Crónica Uno explicaron que a estos factores se suma la falta de recursos económicos que limitan la investigación y el censo de las poblaciones. Además de la ausencia de guardería ambiental en los parques nacionales y refugios para frenar la caza ilegal.
Los conservacionistas aspiran a crear n corredor ecologico para el avistamiento de la especie. Foto cortesía FUDECI
Alertan que la extinción del caimán del Orinoco, como depredador tope, tendría consecuencias devastadoras para el ecosistema de los llanos.
Una lucha contra el olvido
La Fundación para el Desarrollo de las Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Fudeci) desde el año 2000 dirige sus esfuerzos hacia la conservación de varias especies amenazadas, entre ellas el caimán del Orinoco.
El caimán del Orinoco es uno de los reptiles más grandes de América. Foto cortesía FUDECI
Sin embargo, fue en el 2021 cuando se les ocurrió una estrategia innovadora: intercambiar comida por crías de caimán para transformar la percepción de este animal como fuente de alimento inmediato a recurso vivo valioso.
Omar Hernández, biólogo y director general de Fudeci, explicó que durante la temporada de eclosión, a mediados de abril, los pobladores recolectan a los neonatos de caimán. A cambio los conservacionistas les proveen alimentos esenciales.
De esta manera evitan que se coman los caimanes y saqueen nidos. El intercambio también incentiva a los locales a convertirse en protectores de esta especie amenazada.
En lo que va de 2025 esta colaboración resultó en la recolección de 233 crías en la parte alta del río Capanaparo, en las inmediaciones del parque Nacional Santos Luzardo, en el estado Apure.
El caimán del Orinoco es endémico de Colombia y Venezuela, donde también habita en el río Cojedes, uno de los más contaminados.
Sin embargo, el biólogo explicó que este afluente es uno de los pocos refugios naturales donde aún persiste una población reproductiva. Allí se lograron colectar otros 400 neonatos.
“Luego de recogerlos los criamos en cautiverio durante un año hasta que alcanzan los 90 centímetros para insertarlos a la naturaleza con mayores probabilidades de supervivencia”, dijo.
Hambre y pobreza como amenaza
Pese a los esfuerzos esta especie de reptil sigue en peligro crítico. Hernández señaló que actualmente el número de caimanes adultos ronda los 100 ejemplares, a pesar de que desde 1990 han sido liberados 11.000 especímenes.
La falta de campañas educativas en las comunidades impide reconocer la importancia de la especie. Foto FUDECI
La falta de campañas de concientización debido a la escasez de fondos es una de las causas del peligro crítico de esta especie. A lo cual se añade la pobreza de las comunidades indígenas ribereñas que dependen de la caza y la recolección para subsistir.
Una fuente vinculada a las comunidades indígenas, quien prefirió mantener su nombre en reserva por medidas de protección, explicó que en estos territorios habitan los pueblos pumé y algunos jivi. Muchos han sido expulsados de sus territorios bajo amenaza por bandas criminales y militares que han incursionado en la zona.
“Muchos indígenas que se dedicaban a la siembra y la artesanía tuvieron que desplazarse y ahora viven en situación crítica. Algunos mendigan y muchas familias dependen de lo que pueden cazar para matar el hambre”,
aseguró.
Por su parte Hernández añadió que en el parque nacional Santos Luzardo hay cerca de 400 guardaparques pero no tienen motos para hacer la guardería y la matanza de estos animales sigue.
El caimán del Orinoco es una de las especies de cocodrilos más grandes del mundo, con registros históricos de ejemplares de hasta siete metros de longitud y entre 600 y 700 kilogramos de peso. Aunque hoy en día es raro encontrar animales de ese tamaño, un caimán de cuatro metros puede pesar entre 300 y 400 kg.
Defensores de la vida silvestre emprenden expediciones para liberar a los caimanes en las riberas del Orinoco. Foto cortesía FUDECI.
Como depredador tope esta especie es fundamental para mantener el equilibrio de las poblaciones de sus presas, principalmente peces.
El biólogo enfatizó que al cazar a los individuos más débiles y enfermos previenen la propagación de enfermedades.
Un rol ecológico irremplazable
La presencia de estos reptiles contribuye al mantenimiento de las fuentes de agua durante la sequía al socavar ciertas áreas de los ríos.
“Históricamente, las crías de caimán también son fuente de alimento para otras especies al final de la temporada seca, un ciclo nutricional que ahora está severamente interrumpido”.
El programa de conservación del caimán del Orinoco depende casi en su totalidad de financiamiento externo. Y criar caimanes implica un cuantioso gasto.
En los zoocriaderos, un caimán adulto consume entre cinco y seis kilos de carne semanalmente, mientras que las crías requieren entre 5 % y 6 % de su peso vivo a diario. Esto evidencia el alto costo de su mantenimiento.
El zoológico de cocodrilos de Dinamarca Krokodille Zoo y, en el pasado, National Geographic brindaron apoyo para la alimentación de los animales y la investigación.
A pesar de los desafíos Hernández, señaló que la visión a futuro incluye el desarrollo del ecoturismo a largo plazo.
La idea es que las comunidades indígenas encuentren un incentivo económico en la conservación de los caimanes vivos al capacitarse como guías para turistas interesados en la fauna silvestre. Eso implicaría la asignación de recursos por parte del gobierno para mantener este tipo de proyectos.
Pero lo principal para hacerlo posible es que la población de caimanes se recupere lo suficiente para que haya avistamientos frecuentes, una meta, que de acuerdo con el experto, parece todavía muy lejana.
En los zoocriaderos, un caimán adulto consume entre cinco y seis kilos de carne semanalmente, mientras que las crías requieren entre 5 % y 6 % de su peso vivo a diario. Esto evidencia el alto costo de su mantenimiento.
Los caimanes habitan la llanura de Venezuela y Colombia. Foto cortesía FUDECI
El zoológico de cocodrilos de Dinamarca Krokodille Zoo y, en el pasado, National Geographic brindaron apoyo para la alimentación de los animales y la investigación.
A pesar de los desafíos Hernández, señaló que la visión a futuro incluye el desarrollo del ecoturismo a largo plazo.
La idea es que las comunidades indígenas encuentren un incentivo económico en la conservación de los caimanes vivos al capacitarse como guías para turistas interesados en la fauna silvestre. Eso implicaría la asignación de recursos por parte del gobierno para mantener este tipo de proyectos.
Pero lo principal para hacerlo posible es que la población de caimanes se recupere lo suficiente para que haya avistamientos frecuentes, una meta, que de acuerdo con el experto, parece todavía muy lejana.
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