jueves, 13 de noviembre de 2025

Los bosques y los satélites: aliados clave para alcanzar los objetivos climáticos de la COP30, por @ambientumcom


En estos días el mundo debería dirigir su mirada hacia Belém, en el corazón de la Amazonia, sede de la próxima Cumbre del Clima de las Naciones Unidas (COP30), dónde una cuestión emerge como protagonista: el papel de los bosques y de los datos satelitales en la lucha contra el cambio climático. La capacidad de los ecosistemas forestales para absorber carbono y la precisión con la que hoy pueden ser monitorizados mediante nuevas tecnologías estarán en el debate y serán determinantes para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.

El poder de los bosques como sumideros de carbono

Como es bien sabido, nuestros bosques actúan como los pulmones del planeta. Son capaces de absorber aproximadamente un tercio de las emisiones de dióxido de carbono producidas por las actividades humanas. Sin embargo, su vulnerabilidad frente a la deforestación, los incendios y las sequías amenaza con revertir ese papel esencial. De ahí que, en la COP30, que se celebrará en 2025 en Brasil, el debate sobre su conservación y restauración cobre más fuerza que nunca.

Según Manuela Balzarolo, científica principal del Centro Euro-Mediterráneo sobre el Cambio Climático (CMCC), comprender cómo los bosques capturan y liberan carbono resulta fundamental para diseñar políticas climáticas eficaces. “Las estimaciones precisas de los sumideros y fuentes de carbono son esenciales para medir los progresos hacia el Acuerdo de París”, afirma.

Tecnología satelital al servicio del clima

La revolución tecnológica también ha llegado a la observación de la Tierra. Hoy, los satélites pueden ofrecer imágenes con resoluciones de hasta diez metros, lo que permite un seguimiento detallado de los cambios en el uso del suelo, la deforestación o la degradación de ecosistemas. Esta información es clave para que los responsables políticos cuenten con datos fiables y actualizados al definir estrategias de mitigación y adaptación.

El uso combinado de imágenes satelitales, modelos climáticos avanzados y observaciones de campo está permitiendo a los científicos construir una visión más completa del ciclo del carbono y del comportamiento de los ecosistemas. “Implementar políticas efectivas requiere cada vez más estudios que analicen el papel de los ecosistemas en el ciclo del carbono”, explica Balzarolo.

Nuevas herramientas para entender el ciclo del carbono

Entre los avances más recientes destaca la creación de una base de datos global sobre la productividad primaria neta de los ecosistemas terrestres. Este registro, que incluye mediciones procedentes de más de 450 lugares en todo el mundo, permitirá mejorar los modelos climáticos y la gestión de los ecosistemas. Se trata de un paso esencial para reducir la incertidumbre que aún existe sobre la capacidad real de los bosques para absorber carbono y sobre su vulnerabilidad ante fenómenos extremos.

Balzarolo señala que, aunque se ha avanzado mucho en la comprensión de cuánto carbono pueden absorber los bosques, aún quedan aspectos por resolver, como la velocidad con la que un ecosistema degradado puede recuperarse o la influencia de la biodiversidad en su resiliencia. Estos factores serán determinantes para diseñar estrategias de restauración más efectivas.

Hacia una política climática basada en la evidencia

Uno de los grandes retos de la acción climática es la falta de datos precisos y actualizados sobre los procesos terrestres. Sin una comprensión adecuada de cómo los bosques capturan y liberan carbono —y de cómo responden ante los impactos del cambio climático—, resulta imposible evaluar el éxito o fracaso de las políticas implementadas.

Iniciativas como la Tropical Forests Forever Facility (TFFF), que se debatirá durante la COP30, dependen de la existencia de sistemas de monitoreo creíbles, transparentes y operativos. La combinación de observación satelital y modelización avanzada permitirá construir esta base de conocimiento global y sentar las bases de una gobernanza climática más sólida.

Ciencia y política, una alianza necesaria

El trabajo del CMCC y de otros centros de investigación internacionales apunta precisamente en esta dirección: tender puentes entre la ciencia y la política. Integrar los datos que provienen del espacio con los recogidos sobre el terreno no solo ayuda a entender mejor los procesos ecológicos, sino que también ofrece a los gobiernos las herramientas necesarias para tomar decisiones informadas.

En este sentido, la COP30 representa una oportunidad decisiva para reforzar la cooperación entre países en materia de monitoreo forestal, intercambio de datos y desarrollo de capacidades tecnológicas. La Amazonia, epicentro de esta cumbre, simboliza tanto la urgencia como el potencial de actuar con decisión para proteger los grandes pulmones verdes del planeta.

Conclusión: los bosques, aliados indispensables para un futuro sostenible

La ciencia ha dejado claro que los bosques son una pieza esencial en el rompecabezas climático. Pero su conservación y gestión sostenible requieren información precisa y colaboración internacional. Los satélites y los modelos climáticos avanzados ofrecen hoy una oportunidad sin precedentes para lograrlo.

En un contexto en el que la ventana de acción para limitar el calentamiento global se estrecha, comprender y proteger los bosques no es solo una cuestión ambiental, sino una necesidad para el futuro común de la humanidad. La COP30 será el escenario donde ciencia, tecnología y política deberán unirse para transformar ese conocimiento en acción.

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