- Un estudio analizó datos de poblaciones de aves en todo el mundo usando modelos y herramientas que permiten aislar el efecto específico del cambio climático.
- Se estima que por efecto del calentamiento global provocado por el ser humano las poblaciones de aves tropicales han disminuido entre un 25 % y un 38 % entre 1950 y 2020.
- Las olas de calor han afectado a las aves más que otros eventos climáticos, como el aumento promedio de temperatura o las variaciones en la lluvia.
- Incluso en dos selvas tropicales relativamente no perturbadas en Panamá y la Amazonía, se registraron caídas de más del 50 % en la abundancia de la mayoría de las especies de aves en los últimos 20 a 40 años.
Un nuevo estudio publicado en la revista Nature Ecology and Evolution, reveló que entre un 25 % y un 38 % de estas poblaciones han disminuido como consecuencia del aumento de las olas de calor, producto del cambio climático por presiones antropogénicas. Ejemplo de esto son los casos de Panamá y la Amazonía ecuatoriana, que muestran importantes disminuciones de aves sin causas evidentes aún en selvas tropicales intactas, señalan los expertos.
«Creo que una de las partes más impactantes de nuestra investigación es darnos cuenta de que, incluso en áreas donde la deforestación no está afectando a las poblaciones de aves —lugares que normalmente consideramos hábitats seguros—, existen amenazas importantes debido a la intensificación de los extremos de temperatura causada por el ser humano”, sostiene Maximilian Kotz, autor principal del estudio e investigador del Barcelona Supercomputing Center (BSC).
Mosquero real (Onychorhynchus coronatus), cuyas poblaciones han declinado en más del 90 %. Foto: cortesía © cristianrial – iNaturalist
El estudio colaborativo con especialistas del Potsdam Institute for Climate Impact Research (PIK) y la Universidad de Queensland (UQ) advierte que los vertebrados terrestres estarán cada vez más expuestos a eventos climáticos extremos, una preocupación respaldada por una creciente evidencia científica. Sin embargo, las aves destacan como especialmente vulnerables: las altas temperaturas pueden provocar un exceso de mortalidad, una reducción en la fertilidad, cambios en el comportamiento reproductivo y una menor supervivencia de las crías. Estos efectos, cuando se acumulan, pueden desencadenar una drástica caída en sus poblaciones.
La investigación analizó cómo el cambio climático ha afectado a las poblaciones de aves en todo el mundo, diseccionando bases de datos históricos y utilizando modelos estadísticos que muestran cómo responden las aves a distintos factores ambientales, junto a herramientas que permiten identificar el papel específico del cambio climático directamente relacionado con la actividad humana, como las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los resultados muestran que los extremos de calor —como las olas de calor intensas— han tenido un impacto mucho mayor en las aves que otros factores climáticos, como el aumento promedio de temperatura o las variaciones en la lluvia. Así, los hallazgos sugieren que algunas especies de aves han experimentado reducciones alarmantes que incluso sobrepasan el 50 % en sus poblaciones.
Serie temporal de exposición de poblaciones de aves a temperaturas extremas. Imagen: Kotz, M., Amano, T., Watson, J. E. M. (2025) Large reductions in tropical bird abundance attributable to heat extreme intensification. Nature Ecology & Evolution.
“No tengo muchas esperanzas para las aves tropicales en este momento”, sostiene Tatsuya Amano, coautor del estudio e investigador de la Universidad de Queensland. La biodiversidad tropical ya ha sido enormemente afectada por amenazas como la pérdida de hábitat y el tráfico de fauna silvestre —recuerda Amano—, y ahora se suma el impacto del cambio climático.
“Me temo que no conozco ninguna evidencia que demuestre la rapidez con la que las especies pueden adaptarse, pero creo que la velocidad de los cambios en las condiciones climáticas no tiene precedentes”, asevera el especialista.
Aunque los mayores descensos en el número de aves se registraron en los trópicos cercanos al Ecuador, se detectaron reducciones en la abundancia de aves en casi todas las regiones del mundo. Por ejemplo, en áreas de latitudes medias, la reducción de aves se debe más a la acción humana directa que al cambio climático. Mientras tanto, en las regiones más frías y alejadas del Ecuador, ni el cambio climático ni las presiones humanas parecen haber provocado grandes cambios en las poblaciones de aves.
Datos para comprender las poblaciones
Los investigadores analizaron datos para más de 3000 poblaciones de aves terrestres documentadas entre 1950 y 2020. La información proviene de Living Planet, una base de datos que ofrece series temporales de poblaciones monitoreadas en todo el mundo para especies de vertebrados en hábitats terrestres, de agua dulce y marinos.
“La primera etapa de nuestro método es un modelo estadístico en el que utilizamos datos sobre la abundancia de aves en un lugar determinado a lo largo del tiempo para muchas poblaciones en distintas regiones de todo el mundo”, explica Kotz. A partir de esto cruzaron la información con bases detalladas sobre el clima y las perturbaciones humanas.
“Lo que hacemos después es observar, por ejemplo, si en el año posterior a que una población de aves estuvo expuesta a temperaturas mucho más altas, o a un aumento considerable del cambio en el uso del suelo o de la deforestación, hubo una respuesta notable en su abundancia”.
Martín pescador verdirrufo (Chloroceryle inda). Foto: cortesía J.B. Churchill – eBird
Los investigadores analizaron si, tras un evento climático extremo o un aumento significativo en la presión humana —como un pico en la deforestación o un cambio drástico en el uso del suelo—, se produjo una respuesta visible en la población de aves al año siguiente. Es decir, observaron si hubo una disminución o cambio notable en su abundancia, y determinaron si esa variación fue lo suficientemente significativa como para atribuirla a ese factor específico, y no a una fluctuación aleatoria.
“Las teorías sugieren que las especies en los trópicos tienden a vivir más cerca de sus límites superiores de temperatura, tienen un nicho de temperatura más estrecho —que se refiere al rango de temperaturas que la especie puede tolerar—, y cambian su nicho de temperatura a un ritmo más lento. Todo esto indica que son más vulnerables al calor extremo”, explica Tatsuya Amano.
Con toda esa información, los científicos pudieron crear un escenario hipotético: ¿qué habría pasado con las poblaciones de aves si el cambio climático provocado por el ser humano no existiera? Al comparar ese mundo “sin cambio climático” con la realidad observada, lograron medir cuánto ha contribuido la intensificación del calor extremo —originado por los humanos— a la disminución de las aves.
Trogón esmeralda (Trogon rufus). Foto: cortesía Per Smith – eBird
“Lo que más nos sorprendió fue ver que, en promedio, en las poblaciones de aves tropicales —en América Latina y también en otras regiones tropicales que analizamos—, el impacto histórico del aumento de los extremos de temperatura parece ser mayor que el de las perturbaciones humanas directas, como el cambio en el uso del suelo o el aumento de la densidad poblacional. Eso fue realmente inesperado”, explica Maximilian Kotz.
En dos selvas tropicales relativamente no perturbadas —una en el Parque Nacional Soberanía, una reserva forestal protegida en el centro de Panamá, y otra en la Estación de Biodiversidad Tiputini, en la selva baja amazónica del oriente de Ecuador—, la abundancia de la mayoría de las especies de aves disminuyó en más del 50 % entre 1977 y 2020, y entre 2003 y 2022, respectivamente.
“Por lo tanto, nuestros resultados respaldan un posible mecanismo detrás de estas disminuciones en poblaciones de aves tropicales en hábitats no perturbados, y sugieren que la intensificación de los extremos de calor está deteriorando la abundancia de forma más generalizada en los trópicos”, cita el estudio.
Las consecuencias del cambio climático suelen verse como un problema que se enfrentará a futuro, posiblemente en la segunda mitad de este siglo —agrega el investigador—, sin embargo, esta investigación mostró algo distinto. “Los impactos del cambio climático ya están ocurriendo y ya están teniendo consecuencias importantes para estas especies», sostiene Kotz.
Barbudo acollarado (Lybius torquatus). Foto: cortesía Sergey Dereliev
¿Qué esperanza queda para las aves?
Según lo observado a nivel general, el panorama es realmente grave, insisten los científicos. Habrá casos individuales de especies cuyas historias son positivas, dice Kotz, “pero nuestro método se centra en observar el panorama más amplio, y ese panorama tiene implicaciones bastante negativas”.
Desde el punto de vista de la conservación, los investigadores señalan que los resultados del estudio indican que no basta con establecer y ampliar áreas protegidas o frenar la deforestación —que evidentemente son medidas necesarias para frenar la pérdida de hábitat y son clave frente al cambio climático—, sino que también es urgente pensar y desarrollar estrategias específicas que permitan la supervivencia de las especies tropicales más vulnerables a los extremos de calor, con el fin de maximizar su capacidad de adaptación en estado silvestre.
“Un rayo de esperanza, si es que lo hay, podría ser el hecho de que tantas personas en todo el mundo están trabajando arduamente para implementar una amplia gama de acciones de conservación”, concluye Tatsuya Amano. “Necesitamos compartir las lecciones aprendidas en forma de evidencia científica para impulsar la eficacia de dichas acciones y políticas de conservación”.
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