Tuvalu, un archipiélago de nueve atolones coralinos, es uno de los lugares más vulnerables del planeta. Según estudios científicos, dos de sus islas ya han sido engullidas por el océano, y se estima que el resto podría ser inhabitable para 2100 debido al aumento del nivel del mar, la salinización de las fuentes de agua dulce y la erosión costera. Con una población de apenas 11.000 habitantes, casi un tercio ha manifestado interés en emigrar bajo este nuevo esquema migratorio.
“No estamos hablando de décadas, sino de años“, advierte el climatólogo Fijiano, Dr. Atunaisa Rakuita. “Cuando una crecida destruye cultivos o contamina los pozos, no hay vuelta atrás”. El gobierno tuvaluano ya explora opciones drásticas, como construir una réplica digital del país para preservar su cultura y soberanía, incluso si el territorio físico deja de existir.
El Acuerdo Australia-Tuvalu: ¿solidaridad o estrategia geopolítica?
El programa de visas, anunciado en noviembre de 2023, permite a los tuvaluanos vivir, trabajar y estudiar en Australia. Sin embargo, el acuerdo incluye una cláusula polémica: Tuvalu no podrá firmar pactos de seguridad con otros países sin la aprobación australiana. Esto ha generado críticas sobre si Canberra actúa por genuina preocupación climática o para frenar la influencia china en la región.
“Este es el primer acuerdo de este tipo en cualquier parte del mundo, que proporciona una vía para la movilidad con dignidad a medida que empeoran los impactos climáticos”, dijo a The Guardian un portavoz del Departamento de Asuntos Exteriores de Australia.
Aunque la iniciativa australiana es un avance, no tiene estatus de protección internacional. La Convención sobre Refugiados de 1951 no incluye a quienes huyen de desastres ambientales, dejando a millones en un limbo legal. Organizaciones como la ONU presionan para que se reconozca este derecho, pero países ricos —incluyendo a Australia— han evitado compromisos vinculantes.Sustainable fashion trends
La solución real, subrayan científicos, sigue siendo recortar emisiones globales. Mientras tanto, iniciativas como esta visibilizan una cruda realidad: el cambio climático ya no es una amenaza futura, sino un destructor de hogares en tiempo presente. Para Tuvalu, cada visa es un salvavidas. Pero el mundo no puede permitir que la migración sea la única opción.
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