martes, 29 de julio de 2025

Científicos piden que nos preparemos para lo que viene: "Estos hallazgos transmiten el mensaje más alarmante hasta la fecha". por @elEconomistaes


Estamos ante una pérdida de agua dulce sin precedentes. Esta es la conclusión a la que llegan un grupo de científicos dirigido por la Universidad de Arizona State (ASU) tras analizar durante más de dos décadas las observaciones satelitales. La situación que nos acompaña desde el año 2002 se agrava y señalan que el cambio climático, el uso insostenible de las aguas subterráneas y las sequías extremas son las principales causas.

El estudio publicado en Science Advances destaca la aparición de cuatro regiones de "megasequedad" ubicadas en el hemisferio norte, un hallazgo que hace saltar las alarmas ante las grandes consecuencias para la seguridad hídrica, la agricultura y la estabilidad global que este supone.

En profundidad

El equipo de investigación informa que las zonas terrestres secas se están expandiendo a un ritmo aproximadamente el doble del tamaño de California cada año. Además, la velocidad a la que las zonas secas se están volviendo más secas ahora supera la velocidad a la que las zonas húmedas se están volviendo más húmedas, revirtiendo los patrones hidrológicos tradicionales.

Y las implicaciones negativas de esto para el agua dulce disponibles son asombrosas. El 75 % de la población mundial vive en 101 países que han estado perdiendo agua dulce durante los últimos 22 años. Según las Naciones Unidas, se prevé que la población mundial siga creciendo durante los próximos 50 a 60 años, al tiempo que la disponibilidad de agua dulce disminuye drásticamente. "Es sorprendente la cantidad de agua no renovable que estamos perdiendo", afirmó Hrishikesh A. Chandanpurkar, autor principal del estudio e investigador de la ASU.


Los investigadores identificaron el tipo de pérdida de agua en tierra y, por primera vez, descubrieron que el 68 % provenía únicamente de aguas subterráneas, lo que contribuye más al aumento del nivel del mar que las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida juntas. "Estos hallazgos transmiten quizás el mensaje más alarmante hasta la fecha sobre el impacto del cambio climático en nuestros recursos hídricos", declaró en un comunicado Jay Famiglietti, investigador principal del estudio y profesor de Futuros Globales de la Escuela de Sostenibilidad de la ASU.

Un punto de inflexión

El estudio identificó lo que parece ser un punto de inflexión alrededor de 2014-2015, durante un período considerado como "mega años de El Niño". Los extremos climáticos comenzaron a acelerarse y, en respuesta, el uso de aguas subterráneas aumentó y la desecación continental superó las tasas de derretimiento de los glaciares y las capas de hielo.

Además, reveló una oscilación no reportada previamente: después de 2014, las regiones de desecación pasaron de estar ubicadas principalmente en el hemisferio sur a estar ubicadas principalmente en el norte, y viceversa para las regiones húmedas.

En conclusión, uno de los principales factores que contribuyen a la desecación continental es el aumento de las sequías extremas, junto con el derretimiento de la nieve, el hielo y el continuo agotamiento de las aguas subterráneas. Es más, el estudio muestra que únicamente los trópicos han continuado aumentando su humedad en promedio según la latitud.

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