domingo, 20 de abril de 2025

El mundo ya se prepara para la próxima pandemia: este es el plan de emergencia de la OMS, @NatGeo_la


Un acuerdo internacional sin precedentes se aproxima a su aprobación, trazando un nuevo rumbo en la cooperación global frente a futuras amenazas sanitarias.

En un tiempo donde la incertidumbre ha dejado una cicatriz indeleble en la memoria colectiva, los Estados miembros de la Organización Mundial de la Salud han logrado algo insólito: un consenso histórico, forjado durante más de tres años.

Este nuevo acuerdo, que será presentado en mayo ante la Asamblea Mundial de la Salud, marca un punto de inflexión en la forma en que el mundo se prepara y responde a las pandemias.

No es solo un documento: es una declaración de voluntad compartida, una apuesta por un futuro donde la prevención, la preparación y la solidaridad reemplazan al caos y la descoordinación vividos durante el COVID-19.

Según palabras del director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, el borrador alcanzado "demuestra que el multilateralismo sigue vivo", y es también un recordatorio poderoso de que en un planeta marcado por profundas divisiones políticas, aún es posible encontrar un terreno común cuando lo que está en juego es la supervivencia colectiva.

El acuerdo —que aún debe ser ratificado— representa una estructura integral que incluye desde sistemas de intercambio de patógenos hasta mecanismos financieros de respuesta rápida, y una apuesta decidida por el enfoque "One Health", que integra salud humana, animal y ambiental en una sola estrategia global.

Un largo proceso

Este proceso comenzó en diciembre de 2021, cuando el mundo aún tambaleaba bajo los efectos de la pandemia. En aquel entonces, los Estados miembros de la OMS dieron luz verde a la creación del Órgano de Negociación Intergubernamental (INB), encargado de diseñar un instrumento legal que fortaleciera la capacidad global para evitar futuras crisis sanitarias.

Trece rondas formales —nueve de ellas prolongadas— y un sinfín de reuniones informales culminaron ahora en un texto que busca ser el escudo del mañana.

El documento propone, entre otras medidas, la creación de una red de suministro y logística global, el fortalecimiento de los sistemas sanitarios, y el establecimiento de capacidades científicas y de desarrollo tecnológico en diversas regiones del mundo. Asimismo, incluye un compromiso claro para facilitar la transferencia de conocimientos y tecnologías sanitarias, siempre bajo acuerdos mutuos, lo que representa una delicada solución de compromiso ante las reticencias de países con grandes industrias farmacéuticas.

El controvertido Artículo 11

Uno de los puntos más discutidos del borrador fue el controvertido Artículo 11, relativo a la transferencia obligatoria de tecnologías médicas a países en desarrollo. Durante la pandemia de COVID-19, muchos de estos países denunciaron el acaparamiento de vacunas y pruebas diagnósticas por parte de naciones ricas.

Aunque el acuerdo no impone tales transferencias de forma obligatoria, sí promueve su incentivación mediante mecanismos regulatorios, acuerdos de licencia y condiciones financieras favorables.

En paralelo, el texto enfatiza de forma explícita el respeto a la soberanía nacional, desmintiendo las teorías conspirativas que sugerían que la OMS podría imponer confinamientos, mandatos de vacunación o cerrar fronteras de forma unilateral. El acuerdo deja claro que la OMS no tendrá poder para alterar leyes nacionales ni imponer medidas sanitarias obligatorias, reafirmando así la autonomía de cada Estado en la gestión de su salud pública.

Desde Sudáfrica hasta Francia, desde Tailandia hasta Brasil, la pluralidad de voces que lideraron este proceso refleja un esfuerzo verdaderamente global. Precious Matsoso, copresidenta del INB, subrayó que este acuerdo no solo aumenta la equidad global, sino que protege a las generaciones futuras del sufrimiento vivido durante la última pandemia.

Su homóloga, la embajadora francesa Anne-Claire Amprou, destacó el valor de un enfoque coordinado para proteger al mundo de futuras amenazas sanitarias mediante respuestas más rápidas, eficaces y justas.

Y quizá ese sea el verdadero triunfo de este acuerdo: no solo prepara al mundo ante lo inevitable, sino que lo hace recordándonos que, al final, nuestra mayor fortaleza no está en la tecnología, sino en nuestra capacidad de actuar como una sola humanidad.de arduas negociaciones.

Tomado de:

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